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El plan perfecto

Hace un mes que estoy por mudarme. Después de semanas de pintar, romper y arreglar, por fin llega el esperado momento de dejar todo listo para empezar a vivir en la nueva casa. Sin embargo, un pequeño detalle impide que esto ocurra ¿se rompió un caño a último momento?, no. ¡Se inundó el baño, se cayó el techo… se llenó de cucarachas!, no. Juega Argentina su primer partido en el Mundial.

Las opciones son más que atractivas: recibir a los ocho amigos futboleros de Roberto en la casa atestada por canastos. Sentarme en una minúscula esquina del sillón mientras las los remanentes de camisetas de Italia '90 dejan asomar la panza de los cuarentones amigotes.

Como el partido es cerca del mediodía, en ese caso no es necesario cocinar porque todos comen pizza, porque los nervios del debut, lejos de quitarles el apetito, se los aumenta. Sin embargo, la muzzarella chorreada en el piso, la salsa salpicada en la vajilla de casamiento que estaba por embalar y las botellas de cerveza y gaseosa distribuidas por el piso no es un escenario muy atractivo para afrontar.

Segunda opción, la reunión con la familia de él. Con la familia todo es más comunitario y organizado. La variedad en edades hace que todo sea más tranquilo, los chicos que son chiquitos y todavía mucho no entienden entonces se van a jugar mientras dura el partido. Abuelos, Tíos, padres, se sientan cómodamente a esperar que la Selección salga a la cancha, todos en paz.

El problema es que para que esto ocurra, tenemos que visitar a la familia de Roberto a San Pedro, su lugar de nacimiento. Allí, cada familia deberá cocinar algo para llevar y mientras los hombres miran, nosotras tenemos que apostarnos en la cocina a organizar el almuerzo y hablar de cosas que no nos importan, con cuñadas, suegras, novias y demás que luego volvemos a ver en Navidad! Y si Argentina llega a ganar… de cábala, todos los partidos se verán en San Pedro.

Tercera opción: Mi familia. Ahí sí, somos pocos, mayoría mujeres, por lo que el ambiente no es tan futbolero. No es necesario preparar mega almuerzos y todos cabemos cómodamente en el sillón del living. Pero Roberto tiene que ver el partido con cara de pocker, aguantando los comentarios maradonianos de su suegro y escuchar los históricos relatos de los partidos de antaño, cuando no existía la televisión color.

El partido se ve con tranquilidad, pero la armonía se rompe al llegar a casa cuando Roberto desahoga toda su ira contenida con su suegro y se despacha durante lo que queda del sábado, domingo y lunes, por lo que no podemos volver a ver a la selección con mi familia.

Conclusión, con la excusa, verdadera por cierto, de la mudanza, lo ideal es despachar a Roberto, “así yo ordeno tranquila”. De esta manera, que él grite los goles (o no) con sus amigos, familia o con quien quiera, mientras yo lo veo tirada en la cama, con un mate y mucha tranquilidad.

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2009 ·Con los tampones de punta by TNB This template is brought to you by : allblogtools.com