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Depresión post parto

El trabajo de parto empezó a las ocho de la mañana, cuando llegó el primer redactor de la sección de deportes. Ya estaba alborotado, y confesó que no había podido pegar un ojo la noche anterior por los nervios que tenía. Sólo atiné a servirle un vaso de Cindor, para ver si el chocolate le endulzaba un poco la espera.

Horas más tarde llegaron los otros dos redactores y el webmaster para completar el plantel que cubriría el partido entre la Argentina y Alemania por los cuartos de final. Mismo adversario e igual instancia que en el Mundial pasado, y una nueva oportunidad de alzar la Copa. La gloria estaba tan cerca y a la vez tan lejos.


Después llegarían dos hombres más, y para las 11 de la mañana, momento en el que se escuchó el primer acorde del himno nacional, ya estaba rodeada de media docena de tipos en un estado de histeria colectiva, expectantes, sentados en sus sillas y con la mirada fija en las dos teles donde habían puesto el partido.

Yo, mientras tanto, buscaba recetas para preparar un cóctel de pulpo y camarones.

A los dos minutos de empezado el primer tiempo sucedió la tragedia: gol del adversario. El grito que se escuchó en la redacción fue semejante al de una madre sufriendo contracciones. Ya lo sabíamos: ésta vez la íbamos a parir. Alemania no es un rival fácil e históricamente... bueno, nos tienen de hijos.

Pasaban los minutos y los jugadores argentinos hacían malabares en la cancha intentando crear situaciones de gol que no llegaban más que a intentos. A cada tiro fallido, el grito de "¡GOOOL!" se escapaba, agudo y desgañitado, de las garganta de los muchachos.

Por cábala, no le doy pelota a los partidos porque me muero de los nervios. por eso, cada grito de ellos me sobresaltaba, me ilusionaba... casi los mato a la tercera vez que pegaron el alarido.

El entretiempo pareció eterno, más que nada para ellos que circulaban por la redacción entre "ay D10s" y "Vamos, carajo". No fue en vano ni la garra de los jugadores, ni los nervios y las expectativas de la hinchada (de los 40 millones de hinchas).

Dejemos de lado el lastimoso resultado para concentrarnos en que el equipo nacional hizo un buen Mundial, a pesar de haber tenido el mismo final con el mismo adversario que nos ajustició igual que en Alemania 2006. Valoremos la entereza de los jugadores, del DT, que sorprendió a más de uno gratamente.

Lo loco del tema es que, mientras yo pensaba estas cosas, un manto de silencio cayó sobre la redacción. Pesado, asfixiante, denso... Los gritos se convirtieron en murmullos, las conversaciones pasaron a ser esporádicas y en voz baja y sólo se escuchaba la conferencia de Diego Maradona tras el partido.

Los chicos echaron mano a los paquetes de papas fritas, que comían con fruición. Redactaban las notas sobre el festejo que no fue en el Obelisco, y recogían despacito y con cuidado los pedacitos del sueño hecho añicos.

Otra vez sera, señores. Lo lindo del deporte es que siempre deja lugar a la revancha. Nos veremos en 2014, de nuevo con 23 fieras y ojalá con el mismo DT, más sabio y certero.


Crédito fotográfico: EFE

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2009 ·Con los tampones de punta by TNB This template is brought to you by : allblogtools.com